“Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae”.
Queridos lectores nos encontramos en una época cinematográficamente invadida por la figura del imponente vampiro; dese Nosferatu: una sinfonía de horror, hemos llegado a la tan taquillera Twilight, y así un montón de películas que crean una especie de metamorfosis tardía del vampiro. Tardía, pues el vampiro mantuvo sus características de forma hermética hasta hace un par de décadas. Ahora vemos vampiros que brillan con el sol (twilight); vampiros que luchan a muerte contra Licántropos (Underworld); vampiros que matan otros vampiros (Blade), etcétera, etcétera.
Es uno más entre nosotros, preparado para atacar mientras duermes, una vez en trance y seducido por Drácula, el beso fatal es inevitable; muerde tu cuello y sin dolor alguno, succiona tu sangre y tu alma también. Éste relato ha atemorizado a cientos, y muchos seguimos pensando que pueden existir aquellas criaturas infernales, los no muertos.
Bram Stoker, nos trae una historia hecha leyenda que no morirá ni en siglos, un fenómeno del terror que aún nos petrifica en sueños. La aportación del cine nos sirve de consuelo quizá, para poner al ser humano junto al vampiro como iguales, bajo una dicotomía infernal. Preparen sus crucifijos, hostias, agua bendita y sus collares de ajo para lo que viene.
Jonathan Harker es un abogado londinense recién graduado que debe emprender un extenuante y largo viaje hasta los Cárpatos para llevar unas escrituras de la compra de una casa al Conde Drácula, un noble de Transilvania. Una vez en el castillo del Conde, éste lo recibe cortésmente; pero con el pasar del tiempo Jonathan se da cuenta que no es más que un prisionero en el castillo de Drácula; una criatura no humana que trepa a manera de lagartija por el castillo, no se refleja en los espejos, no come y en el día descansa espectralmente en un ataúd de madera.
Jonathan no logra truncar los planes del Conde de ir a Londres para imponer su reino sanguinario de terror, y termina en un hospital de monjas con una supuesta contusión cerebral que le impedía recordar su estadía en el castillo. Mientras tanto a su alrededor se van desenvolviendo una serie de escalofriantes eventos, Lucy, la mejor amiga se su prometida cae en un estado enfermizo que termina con su vida; mientras era atendida por los doctores Van Helsing y su discípulo Seward. Lo cierto es que Lucy no murió exactamente sino que se convirtió en una no muerta.
Los protagonistas de la novela; Jonathan Harker, Mina Harper, John Seward, Quincy Morris y Arthur Godalming, dirigidos por Van Helsingemprenden una batalla por librar al mundo de Drácula; vengar la muerte de la querida Lucy y poder librar a Mina de la maldición que yace en su pecho tras el beso del vampiro que el Conde le arremetió. Se guían a través de las notas del diario de Jonathan y las cartas de Lucy a Mina para poder destruirlo. La empresa estuvo varias veces a punto de fracasar, el Conde atemorizado por el fuerte temple de sus rivales, decide huir a Transilvania. Sólo de esta manera se demostrará las capacidades de cada uno, el hombre contra la bestia.
Drácula es una novela epistolar que se narra a través de cartas, los diarios de cada uno de los protagonistas e incluso notas periodísticas de una gaceta londinense; lo que le da un tinte aún más vívido al libro, la anécdota es que cuando Drácula se publicó muchas personas llegaron a pensar que todo podía ser realidad y que como explica Stoker al inicio en la dedicatoria; son recopilaciones de una historia.
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